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Centenario Museo Numantino. Verano 2013
Lugar: Jardines del Museo Numantino
Fecha: 24/07/2013
Hora: 20,00
1ª Parte

SUSPIROS DE ESPAÑA Antonio Álvarez
Pasodoble

EL TAMBOR DE GRANADEROS Ruperto Chapí
Preludio

LA VIDA BREVE Manuel de Falla
Danza

EN LA ALHAMBRA Tomás Bretón
Preludio

LA GRAN VÍA Chueca y Valverde
Selección de la zarzuela


2ª Parte


ALFONSO XIII EN SORIA Pedro Amezua
Pasodoble

LA VIUDA ALEGRE Franz Lehár
Selección de la opereta

GIGANTES Y CABEZUDOS Manuel Fernández Caballero
Selección de la zarzuela

LA BODA DE LUIS ALONSO Gerónimo Gíménez
Preludio


Director: Jose Manuel Aceña

Notas al programa por Sonia Gonzalo Delagado

2013 es sin duda un año de efemérides. Celebramos el bicentenario del nacimiento de los compositores Richard Wagner (1813-1883) y Giuseppe Verdi (1813-1901). También celebramos el centenario del estreno de dos grandes hitos de la Historia de la música: La vida breve de Manuel de Falla en Niza y La Consagración de la Primavera de Igor Stravinski en París. Pero más allá de efemérides musicales, celebramos un hecho que ha grabado 1913 en el calendario de la vida cultural soriana: la creación del Museo Numantino.

Y precisamente para conmemorar los 100 años de nuestro Museo Numantino la Banda Municipal de Música de Soria ofrece este concierto en sus jardines con un sabor especial, tratando de sumergirse en el ambiente musical de 1913. Para ello interpretará los pasodobles y fragmentos de zarzuela que harían las delicias del público de la época sin olvidar un pequeño homenaje a La vida breve y la recuperación del pasodoble Alfonso XIII en Soria.

El popular pasodoble Suspiros de España compuesto por el maestro Antonio Álvarez en 1902 es sin duda un buen comienzo para evocar el ambiente musical que reinaría en la España de 1913. Bautizado, al parecer, inspirado por los “suspiros” de la confitería España de Cartagena y estrenado por la Banda de Música del 3º Regimiento de Infantería de Marina el día del Corpus Christi, este pasodoble fue uno de los primeros ejemplos que consolidó el pasodoble como pieza de baile despojada de su primigenio carácter militar –pues era el pasodoble una marcha de paseo de la Real Infantería. Es además uno de los pasodobles más conocidos desde que Estrellita Castro lo popularizara en 1939 en la película de Benito Perojo titulada asimismo Suspiros de España. Otras, como Soldados de Salamina (2003), también lo han empleado –en este caso interpretado por Diego El Cigala- y siempre evocará con nostalgia esa tierra perdida o dejada atrás pero siempre amada: España.

Es turno ahora del preludio de El Tambor de Granaderos, uno de los títulos de zarzuela consagrados desde su mismo estreno en el Teatro Eslava de Madrid el 16 de noviembre de 1894. Zarzuela en un acto compuesta por Ruperto Chapí sobre el libreto de Emilio Sánchez Pastor, su trama se sitúa en el día anterior de la huida de José Bonaparte. La escasa calidad del libreto –cuyo argumento es una de las tantas complicadas historias de amor muy del gusto de la época- fue compensada por una hábil partitura de Chapí cuya mayor valía se encuentra precisamente en su Preludio. A pesar de que responde al tradicional encadenamiento de temas que aparecen a lo largo de la zarzuela, la notable habilidad con la que Chapí combinó las ideas de “Yo no beso ni juro esta bandera”, “Oficial, Su Majestad” y “Gaspar de mi vida” bien le han valido ser uno de los preludios de zarzuela más interpretados como pieza de concierto.

Como pieza central de esta primera parte, escuchamos la Danza española del acto II de La vida breve de Manuel de Falla. Compuesta sobre un libreto de Carlos Fernandez-Shaw, esta ópera fue escrita en 1905 pero no fue estrenada hasta abril de 1913 y, si bien, tuvo que serlo en el Casino de Niza (Francia) ante la negativa de los teatros españoles para acoger su estreno. No obstante, durante los años que median Falla supo mejorar la partitura aplicando las novedades parisinas para sintetizar en esta ópera las cuestiones presentes en los discursos que abogaban por una “música española”: la búsqueda de lo nacional –representada por el color local de sus melodías- dentro de una aspiración a la vanguardia. Aunque como ópera es apenas programada, su Danza española se ha alzado como pieza representativa de la “música española” y, por ello, incluirla en este concierto conmemorativo de los 100 años de Museo Numantino no deja de ser un merecido homenaje para una de las cumbres de la música española de todos los tiempos.

Tomás Bretón es conocido fundamentalmente por su trabajo como compositor dramático, pero no podemos olvidar algunas de sus más celebres piezas instrumentales. Entre ellas, la serenata En la Alhambra que compuso en apenas cuatro días durante su estancia en Roma en 1881 con una clara evocación andalucista. Este salmantino recordado por su ópera Los amantes de Teruel (1889) fue sin embargo más aclamado en la época por su faceta como director de orquesta. Dirigió la Unión Artístico Musical entre 1878 y 1881 y, entre 1885 y 1890, la Sociedad de Conciertos de Madrid, culminando su exitosa carrera como director del Conservatorio madrileño. En la Alhambra fue estrenada el 4 de marzo de 1888 en uno de sus conciertos al frente de la Sociedad de Conciertos y responde, según Víctor Sánchez, a las características de lo que Ramón Sobrino ha denominado alhambrismo musical –con sus cadencias andaluzas, ornamentaciones melismáticas, alternancia de los modos mayor y menor en una estructura biseccional. Fue una de las piezas más aclamadas por el público asistente a dichos conciertos y, probablemente, uno de aquéllos que aplaudieron esta evocadora serenata fue José Ramón Mélida –figura en este contexto relevante por ser el primer director del Museo Numantino además de director de las excavaciones de Numancia-, miembro destacado de la burguesía madrileña que frecuentaba estas veladas musicales con asiduidad.

Como colofón a esta primera parte, no podían faltar algunas de las melodías más tarareadas allá por 1913: los más conocidos fragmentos de La Gran Vía, compuesta por Federico Chueca y Federico Valverde. Estrenada el 2 de julio de 1886 en el Teatro Felipe de Madrid, esta “revista cómico-lírica fantástico callejera” es uno de los mayores éxitos de la historia del teatro español. Sobrevivió a la clausura del teatro en el que fue estrenada pasando a representarse en el Apolo para mantenerse cuatro temporadas en cartel ininterrumpidamente. Pero no solo se interpretó en teatros de toda España, sino que fue también un éxito en el extranjero y consagró a Chueca (y no tanto a Valverde) como músico madrileño. La revista como género músico-teatral adquirió en las décadas finales del XIX un extraordinario desarrollo ligada a la práctica del teatro por horas y, La Gran Vía, con su original mezcla de personajes alegóricos –las calles, plazas y monumentos de Madrid- y de tipos característicos del Madrid castizo perfectamente insertados en un magistral guion argumental, puede considerarse el más claro ejemplo de revista de actualidades.

A ritmo de pasodoble nuevamente, en este caso Alfonso XIII en Soria, la Banda Municipal de Música de Soria nos adentra en la segunda parte del concierto. Obra desconocida para la mayoría pero conectada en su concepción con los orígenes del Museo Numantino fue escrita por Pedro Amezua en 1905. Alfonso XIII, quien ya había realizado una visita institucional a Soria en 1903, regresó el 24 de agosto 1905 para inaugurar el monolito erigido en homenaje a los “héroes de Numancia”. Y con motivo de los actos conmemorativos de esta segunda visita del monarca compuso Amezua este pasodoble, Alfonso XIII en Soria, para ser estrenado por la desparecida Banda Lira Numantina –de la que Amezua era entonces director- y para regalarle la partitura a Su Majestad. Según ha analizado Miriam Núñez, una introducción a modo de fanfarria abre este pasodoble en si bemol mayor que cita, en uno de sus temas principales, motivos de la Marcha Real –Himno Nacional oficial desde el reinado de Isabel II con excepción de los dos periodos republicanos- y que es el mejor homenaje que la ciudad podía ofrecer al monarca.

También en 1905 se estrenó la opereta La viuda alegre, compuesta por Franz Lehár sobre un libreto basado en la novela L’attaché d’ambassade (1861) de Henri Meilhac. Estrenada el 30 de diciembre en el vienés Theater an der Wien –teatro donde se puso en escena por primera vez La flauta mágica de Mozart-, fue la opereta más exitosa de su tiempo, gozando de fama internacional y consagrándose como obra clave dentro del género que no ha dejado de ser programada, grabada y, también, citada. Obra maestra, sus melodías aún hoy transmiten la frescura con la que Lehár las creó, con un color orquestal que remite a innovaciones de Puccini, Strauss y Debussy. El primer movimiento de la Sinfonía Leningrado de Shostakovich y el cuarto movimiento del Concierto para orquesta de Bartok citan alguna de sus famosas melodías; si bien, es especialmente conocido en la cultura popular su vals “Labios silenciosos”.

Regresando a España y saliendo de los “chulos madrileños para ir a parar a los baturros y verduleras de Zaragoza” –tal como recogía la prensa de la época-, es el turno de Gigantes y Cabezudos de Manuel Fernández Caballero sobre un libreto de Miguel Echegaray que, como tantas obras del género chico, se trata “de una moza a la que pretenden tres galanes y que a la fin y a la postre, se casa con el elegido de su corazón, un pobre repatriado”. Ambientada en los años de la Guerra de Cuba, Pilar –no podía llamarse de otro modo esta moza- espera resignada a su novio que a Cuba marchó mientras un sargento trata de hacerle creer que no volverá para casarse con ella. Argumento simplón agravado por la falta de simpatía que Echegaray despertaba en la crítica de su época, esta zarzuela estrenada el 29 de noviembre de 1898 tuvo sin embargo cierta acogida gracias a la soberbia partitura de Fernández Caballero, que integra de manera efectiva varios géneros y danzas populares a modo de “suite”. Números como la jota “Si las mujeres mandasen” o el coro de repatriados “Por fin te miro, Ebro famoso” han gozado siempre de popularidad, no siendo extraño que fueran fragmentos integrados en las verbenas populares de principios del siglo XX, como aquélla que tuvo lugar en septiembre de 1919 con motivo de la siguiente visita de Su Majestad Alfonso XIII a Soria; esta vez, con motivo de la inauguración del edificio del Museo Numantino.

Para concluir esta velada, escuchamos el Preludio de La boda de Luis Alonso, sainete lírico en un acto que Gerónimo Giménez compuso apresuradamente a modo de precuela cinematográfica dado el éxito que alcanzo su anterior producción, El baile de Luis Alonso. El mundo comedia es o El baile de Luis Alonso es asimismo otro sainete en un acto ambientado en la academia de baile de Luis Alonso en el Cádiz de mediados del XIX que se estrenó en el Teatro de la Zarzuela en febrero de 1896. Su éxito fue arrollador. Tal fue así que los empresarios urgieron a Giménez a componer un nuevo éxito para la siguiente temporada. Así surgió La boda de Luis Alonso o La noche del encierro con libreto, como la anterior, de Javier de Burgos. Dramáticamente más pobre – consecuencia de una composición apresurada-, el público asistió en el Teatro de la Zarzuela a la boda entre Luis Alonso y la joven María Jesús en enero de 1897 para presenciar como la orquesta se alza como la verdadera protagonista de esta historia. Los populares zapateaos, habaneras y boleras son hábilmente presentados en un preludio que pasa por ser el número más ambicioso de la obra que recuerda a la siempre efectiva sonoridad rossiniana.

Disfruten del concierto.


Programa:
PRIMER PARTE
Suspiros de España
Pasodoble Antonio Álvarez (1867-1903)

El Tambor de Granaderos
Preludio Ruperto Chapí (1851-1909)
La vida breve
Danza española n. 1 Manuel de Falla (1876-1946)
En la Alhambra
Preludio Tomás Bretón (1850-1923)
La Gran Vía
Selección de la zarzuela Federico Chueca (1846-1908) y
Joaquín Valverde (1846-1910)

SEGUNDA PARTE
Alfonso XIII en Soria
Pasodoble Pedro Amezua
La viuda alegre
Selección de la opereta Franz Lehár (1870-1948)
Gigantes y cabezudos
Selección de la zarzuela Manuel Fernández Caballero (1835-1906)
La boda de Luis Alonso
Preludio Gerónimo Giménez (1852-1923)

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